lunes, 1 de enero de 2018

Krysis



Pol es un joven moderno que vive en un piso de estudiantes y que disfruta de dos grandes pasiones, a las que dedica buena parte de su tiempo libre: su moto y los chats de ordenador. En uno de estos últimos lleva meses relacionándose con una chica llamada Krys, que lo tiene absolutamente enamorado. Ha intentado varias veces quedar con ella, pero la muchacha siempre se muestra esquiva ante esa posibilidad… hasta ahora. De pronto, la joven da su brazo a torcer e invita a Pol a que acuda a una cita. Resulta fácil imaginar el alborozo que éste siente cuando, en medio de la lluvia, se sube a su moto de gran cilindrada y se dirige hacia el lugar donde Krys lo está esperando. Por desgracia, la humedad del suelo provoca que tenga un accidente bastante aparatoso, del que logra salir ileso. Pero a partir de ese instante es cuando su vida se verá torpedeada por infinitos y misteriosos sucesos, que lo llenarán de zozobra: calles desiertas y con poca luz, policías que lo retienen y le muestran fotografías para que identifique a Krys, laberintos subterráneos llenos de ratas, matones que lo asaltan, emboscadas en el parque Güell, fugas in extremis, extraños mensajes que llegan a su móvil… Pol se muestra incapaz de entender lo que está pasando, pero tiene una idea bien asentada en su cerebro: debe continuar hasta el fin, porque quiere quedarse para siempre con Krys. Es la mujer de su vida y no está dispuesto a renunciar a ella por grandes que sean los peligros que lo acechen o por truculentas que resulten las situaciones en que se vea envuelto… 
Care Santos nos plantea en estas páginas un thriller juvenil de sólida textura, donde el mundo de los videojuegos y el amor se entrelazan para seducir a los lectores adolescentes. Al final, cuando ya resulta complicado discernir entre la realidad y la ficción, los límites de los personajes se difuminan hasta un punto casi inquietante. El experimento narrativo, que era difícil, queda superado con nota.