martes, 24 de octubre de 2017

La llamada de Lauren...



Pedro tiene unos treinta años. Trabaja como administrativo e imparte clases, porque necesita un dinero extra para mantener el hogar que comparte con Rosa. Pero, a pesar de todas las apariencias de normalidad con las que intenta moverse por el mundo, no ha terminado aún de comprender (o de aceptar) quién es. Tras varios años de relación con su pareja, y aprovechando que es día de carnaval, ha decidido dar rienda suelta a un viejo deseo que le palpita en lo más íntimo de su ser: se coloca un sujetador con relleno, se apropia de unas bragas ajenas, se calza unos zapatos de tacón vertiginoso y comienza a contonearse al son de la música. Cuando Rosa entra en casa, él perfecciona su operación de travestismo pidiéndole que se coloque un traje masculino, se ponga un bigote, trate de impostar la voz y “la” seduzca como lo haría Humphrey Bogart. Pedro, obviamente, es la felina Lauren Bacall.
Al principio, la mujer se avendrá a este juego, pero pronto comienza a inquietarse: Pedro se está comportando de una forma demasiado agresiva, demasiado extraña, demasiado turbadora. ¿Qué se esconde detrás de su actitud? Cuando él comience a desgranar ante la mujer algunos de los episodios de su infancia, ella comprenderá más nítidamente a qué situación se enfrenta.
Esta breve pieza de Paloma Pedrero nos adentra en el mundo de los deseos ocultos o reprimidos, en la trastienda anímica que muchas personas esconden o sobrellevan. Y lo hace con una delicadeza fiereza, con una cruda ternura, que se resuelve en la significativa escena final.

Eficaz, como siempre, la dramaturga madrileña consigue colocar ante nuestros ojos una situación tan incómoda como necesaria. Un espejo oscuro en el que muchos rostros se mirarán con desasosiego.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Este para mi y lo quiero ya...imagino la puesta en escena y ya noto el subidón.

💋💋💋