sábado, 28 de enero de 2017

Perder el tiempo



Solidez. Ésa es la primera palabra que me viene a la mente cuando me dispongo a resumir el último volumen narrativo de Juan Ramón Santos, que se titula Perder el tiempo y que edita De la luna libros. En este delicioso tomo que se publicó a finales del año 2016 el autor extremeño ratifica la firme línea de su literatura, que ya se encuentra en el peldaño más elevado del país en cuanto a calidad. Desde su Cortometrajes (2004) hasta hoy, la curva siempre ha sido ascendente, sin que ningún punto de inflexión viniera a enrarecerla. Y Perder el tiempo constituye la última muestra.
Seis historias conforman este libro: “Presentación” (donde asistimos al desarrollo de un acto literario, que se celebra durante una noche de viento y donde se mezclan el tedio, el postureo y ciertas ironías marca de la casa), “Dos décimas de segundo” (donde aparece Nicasio, un tipo que no dejaba de inventar historias durante la infancia y al que el narrador reencuentra en la madurez, cuando mentir se ha convertido para todos en un refugio contra la sensación de derrota vital), “Combinación ganadora” (una crónica familiar en la que laten pulsiones universales de la pareja y donde actúa como telón de fondo una apuesta de lotería primitiva), “Acuse de recibo” (un cuento que nos habla del amor, los viajes y la compañía mutua que se hace una pareja hasta el final de sus vidas), “Crucigrama blanco” (quizá la mejor narración del volumen, con sus trazas de melancolía y misterio vital. No descarten encontrársela a partir de ahora en más de una antología) y “El último vuelo” (que tiene espíritu de novela corta y que tiene como protagonista a un modesto empleado que decide cambiar de vida cuando atraviesa el ecuador existencial, ignorando que disponemos de un margen de maniobra más bien escueto y que siempre debemos pagar la factura al final).
Pero la enumeración de sus títulos y la crueldad de sus sinopsis no dice apenas nada de lo que es la obra en sí misma. Se lo diré yo, para que eviten la tentación de considerarlo un volumen de relatos como otro cualquiera: Perder el tiempo es uno de esos libros que se abren y no se quieren cerrar, que nos sorprenden y nos maravillan, que nos seducen y nos ganan. Un libro de esos que buscan y atesoran con pasión las personas que aman la literatura al margen de listas de bestsellers, entrevistas en suplementos dominicales, apariciones en programas televisivos y poses malditas con foulard, vaso de whisky y afeitado estudiadamente defectuoso para fotos de agencia.
Yo descubrí la obra de Juan Ramón Santos a mediados de 2009; y en los años que han transcurrido desde entonces he reseñado seis de sus libros. Pues bien: ni uno solo de ellos se me antoja decepcionante o menor. Siempre he percibido en sus páginas un aliento literario de primerísima magnitud, una búsqueda incesante y fructuosa del esplendor, un trabajo de orfebre sobre las palabras para sacarles los brillos más insospechados.

Les invito a que se adentren en estas seis fulgurantes historias y a que disfruten con ellas, porque estoy convencido de que terminarán admirando al autor y buscando, a partir de ahora, todos sus libros anteriores y futuros.

No hay comentarios: