miércoles, 8 de junio de 2016

Una caña de pescar para el abuelo



Conocía el nombre de Gao Xingjian desde que en el año 2000 le dieron el Nobel de Literatura, pero solamente dieciséis años después, de forma casual, cae en mis manos uno de sus libros y me apresto a leerlo. No es preciso justificar esta situación porque más de una vez la he comentado en este blog o en otros lugares: no suelo buscar los libros ni a los autores, por más premios o denuestos que reciban. Es la vida o el azar (si esos sustantivos no son sinónimos) quien lo pone ante mis ojos.
He leído Una caña de pescar para el abuelo, que traduce Laureano Ramírez para Ediciones del Bronce, y el juicio que me merece ha sido positivo. O para ser más precisos: es positiva mi lectura de “El templo de la Bondad Perfecta” (una historia de recién casados que visitan un antiguo templo que amenaza con caerse a pedazos), “El accidente” (donde se nos disecciona el atropello de un ciclista por parte de un autobús), “El calambre” (los apuros de un nadador que se adentra en el mar y sufre un espasmo abdominal que está a punto de hacerlo ahogarse) y los demás relatos del volumen.

Donde no me puedo acoger al adjetivo “positiva” es en la lectura del relato que da nombre al volumen, porque entiendo que trasciende esa nomenclatura y se instala más allá, en el terreno de la pura excelencia. He sentido en sus páginas (y he sentido con intensidad, con melancolía, con ternura, con dolor, con pena, con saliva tragada) cada una de las emociones de ese hombre que recuerda a su abuelo y desea regalarle una caña de pescar, en recuerdo de aquella caña pobre de bambú que le rompió por accidente siendo un niño. Me ha maravillado la forma en que Xingjian avanza y retrocede en el tiempo, mezcla instantes del presente (el partido de fútbol que resolvió el mundial entre Argentina y Alemania) con fogonazos del pasado, y va transmitiéndonos con esa danza unas intensas emociones donde la nostalgia, el amor y el paso del tiempo se mezclan con sabiduría. Uno de los mejores relatos que he leído. Literalmente.

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