martes, 26 de abril de 2016

Los huéspedes



Roberto Hernández, el gran protagonista de la última obra del novelista murciano Pedro Pujante, lo tiene clarísimo. Sabe que él y sus compañeros de aventura se encuentran atrapados sin aparente salida “en ningún lugar, en ningún tiempo. Huérfanos es la palabra que mejor resume nuestra condición. Huéspedes de un no-lugar” (p.128). Y hubiera sido difícil explicarlo, a pesar de las apariencias, con palabras más exactas.
Desde el momento en que llegó a sus manos una misteriosa invitación para asistir a un congreso de literatura secreta todo comenzó a teñirse con los colores del enigma: una fecha imprecisa para asistir a dicho evento, un lugar que no le sería comunicado hasta el último instante, unos compañeros a los que conocería en la mesa de reuniones... Todo demasiado nebuloso, pero quizá por eso mismo más atrayente. Siendo un escritor con escasa obra y con casi nula fama, Roberto queda hechizado con esa invitación y acepta asistir al congreso. A partir de entonces, las sorpresas se convertirán en una ceremonia continua, que desembocarán en un extraño pueblo cuyos habitantes son más extraños todavía. Entre ellos destaca la singular figura del doctor Faustino, un científico que les explica que ha conseguido clonar cuánticamente a seres humanos y que su gran objetivo (desbaratado por la muerte del protagonista) era hacerlo también con Paco Umbral, “el mejor escritor que jamás haya existido” (p.82). Anonadados por esta revelación, Roberto y sus compañeros acabarán por descubrir que se encuentran en el año 2211 y que el mundo ha cambiado mucho desde que ellos salieron de sus casas para venir a este congreso.

Pedro Pujante nos presenta en Los huéspedes una singular distopía en la que las paradojas temporales (muy bien resueltas desde el punto de vista narrativo), los análisis psicológicos (de extrema precisión y elegancia) y, sobre todo, el sentido del humor, se convierten en los grandes ejes vertebradores de la fabulación. El novelista murciano sabe muy bien a lo que juega, y va dosificando en sus páginas el lirismo, los diálogos coloquiales, las previsiones científicas o los cambios que experimentará la vida humana en los próximos siglos, hasta lograr una mezcla seductora y de fluida lección. En ocasiones, advertiremos la influencia de la película Mad Max; otras veces creeremos estar leyendo un cuento del mexicano Juan Rulfo, saboreando una página autobiográfica de Franz Kafka o asombrándonos con un plano del Show de Truman; y casi siempre estaremos tentados de imaginar que habitamos una pesadilla, de la que un despertador debería sacarnos antes de que nuestra sensatez o nuestro equilibrio emocional se vengan abajo. Pero nuestro autor (nadie que lo haya leído lo podrá dudar) es un novelista extremadamente habilidoso, el cual consigue que esas imágenes se vayan fundiendo y sucediendo entre sí para que, al final, los lectores emitamos tan sólo un juicio: “He leído una novela de Pedro Pujante”.

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