sábado, 28 de noviembre de 2015

Seis personajes en busca de autor



Resulta innegable la originalidad que Luigi Pirandello imprimió a esta pieza, una de las más famosas que compuso. Su inicio es curioso e irónico: un grupo de actores están reunidos para proceder al ensayo de la obra pirandelliana El juego de los papeles, circunstancia que el autor de Agrigento aprovecha para burlarse de forma irónica de sus propias comedias, “que nadie comprende y parecen creadas a propósito para que ni los actores, ni los críticos, ni el público queden contentos”. Cuando el ensayo apenas se ha iniciado irrumpen seis personajes, pidiendo al director y los actores que por favor elaboren un guión para darles vida eterna a ellos, que nacieron en la mente de un escritor… para que luego éste los dejara de lado, inertes, sin vida. Viven una situación complicada, llena de odios, ira, abandonos y agresiones emocionales entre sí. Se percibe con claridad el alto nivel de tensiones que acumulan y que verbalizan de forma constante, ante la inicial perplejidad y la posterior curiosidad de los actores.
Las tragedias terribles que zarandean a la familia, junto a ese aliento de vida que late en ellos y que el autor no ha querido convertir en una obra, son los dos elementos que les han impulsado a presentarse en el ensayo para pedir ayuda al director: “Ima­gine la desgracia que es para un personaje todo lo que le he dicho, haber nacido vivo de la fantasía de un autor que luego quiso negarle la vida. Y luego dígame si este personaje, abandona­do de esa manera, vivo y sin vida, no tiene razón para hacer lo que nosotros estamos haciendo, en este momento, frente a ustedes, luego de haberlo hecho muchas veces, créame, delan­te de nuestro autor, todo para animarlo”.
Convertidos en espectadores cada vez más interesados, los actores de El juego de los papeles escucharán la historia de sus visitantes y, después de las risas del comienzo, comenzará a producirse una extraña situación, en la que unos y otros se sentirán zarandeados por la tragedia y el horror.

Curiosa y densa, esta pieza dramática se convirtió pronto en uno de los textos más conocidos de su autor, que obtuvo el premio Nobel de Literatura en 1934.

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