martes, 7 de julio de 2015

Enoch Soames



No resulta nada difícil, para quien conoce un poco el mundillo literario, imaginarse a un escritor mediocre –o directamente nefasto– que, huérfano de toda ecuanimidad a la hora de juzgar sus obras, se considera un genio, y calcula con megalomanía que el futuro habrá de condecorarlo con las mieles de la gloria. ¿Qué no sería capaz de hacer ese pobre diablo, con tal de vivir en ese futuro durante unas horas, para relamerse con las inevitables alabanzas que los demás tributarán a sus libros y aliviarse así de todos los vituperios y vejaciones que ha debido de tolerar durante su vida?
Partiendo de esa idea, tan sugestiva como universal, Max Beerbohm tuvo la inteligente idea de escribir un relato titulado “Enoch Soames”, que publicó en el volumen Seven Men (1919), que la editorial Rey Lear introduce en el mercado español, traducida por Juan Pedro Aparicio. La pieza, que fue alabada en su día por Jorge Luis Borges y que contiene notables primores formales y psicológicos, no estaba aún disponible en nuestro idioma; y por eso se agradece más todavía la labor de este sello, que ha logrado traernos una de las piezas clásicas del humorismo inteligente inglés.

Enoch Soames, el protagonista de este magnífico relato, considera a Yeats, Shelley y Baudelaire como “poetas menores”; le pone reparos a John Milton; y, en cambio, advierte en sí mismo la marcha intachable de la genialidad, que no provoca sino risas en las personas de su entorno. Una obra que, pareciendo una caricatura, es más bien un espejo de muchos fracasados patéticos, que anhelan el consuelo de la posteridad para justificar la insignificancia de su presente.

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