domingo, 12 de abril de 2015

Abandonarse a la pasión



La vida te da sorpresas; sorpresas te da la vida. Son palabras de Pedro Navaja que ilustran perfectamente lo que acaba de ocurrirme con Hiromi Kawakami, una escritora japonesa cuyo libro Abandonarse a la pasión cogí en la biblioteca por pura casualidad. La traducción es de Marina Bornas Montaña y la edición, preciosa, de Acantilado. Y si digo que ha constituido una sorpresa es porque me ha encantado. Mis lecturas de autores orientales no han sido demasiadas, pero sí que han resultado siempre insatisfactorias. Kenzaburo Oé, Yukio Mishima, Yasunari Kawabata y otros grandes y pequeños autores me han dejado frío con sus páginas. He sido incapaz de emocionarme o deleitarme con sus narraciones, sus hallazgos estilísticos, la psicología de sus personajes, sus pinturas, sus guiños, su sintaxis. Pero de repente aparece Kawakami y no tengo más remedio que ponerme en pie y aplaudir.
Sus “Ocho relatos de amor y desamor” (así se subtitula el volumen) han logrado embriagarme. Y no porque respondan al modelo que más admiro en los relatos (los finales sorprendentes cortazarianos), sino porque su suavidad, la languidez de sus diálogos y ambientaciones, su ritmo cadencioso, las brumas tenues en el argumento y sus deliciosas pinceladas descriptivas me han ganado como lector. La lluvia fina que empapa a Mezaki y Sakura en la primera de las historias; el amor loco, abrupto y ambulatorio que empapa a Mori y Komaki en el segundo; el agónico canto de la tortuga que queda en los oídos de una mujer cuando su pareja (Yukio) decide abandonarla; la relación casi sadomasoquista que vemos entre Nakazama y su pobrecita novia; la simbología freudiana del pavo real en el cuento de Hashiba y Tokiko; la preciosa historia de amor y muerte, con un final triste, que enlaza a una pareja de amantes clandestinos que deciden suicidarse (“Cien años”); las complejidades eróticas y sentimentales que se advierten en las páginas de “El insecto dios”, donde se nos habla del amor, sus aperturas y esa extraña incapacidad que algunas personas tienen para verbalizar eficazmente sus sentimientos; o, en fin, la sorprendente aventura vital de dos amantes que, tras sufrir una maldición terrible de sus parejas “oficiales”, alcanzan un estatus inesperado e indeseado de inmortalidad.

Todo, todo es bellísimo en este volumen de Hiromi Kawakami. Y me siento tan feliz de haberlo descubierto que quería compartirlo en esta página.

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