martes, 24 de marzo de 2015

Correspondencia, VI



La editorial Trotta clausura su magna edición de la correspondencia del filósofo alemán Friedrich Nietzsche con este sexto tomo, que traduce Joan B. Llinares. En sus páginas parecen haberse aplacado, curiosamente, los terribles problemas de salud que siempre aquejaron al pensador. Indica, eso sí, que “en tres cuartas partes estoy ciego” (carta 960), y que a veces lo asaltan vómitos y cefaleas. Pero el porcentaje de atención que dedica a esas descripciones es singularmente pequeño. Se acentúan, en cambio, dos rasgos de manera clarísima: el antisemitismo y la jactancia petulante acerca de su propia importancia como filósofo.
Por lo que respecta a su postura sobre los judíos, podríamos detenernos en la carta 968, unas durísimas líneas que dirige a su hermana en las que muestra su profundo desprecio por el antisemitismo de su esposo. Llega incluso a tildar a los hermanos de elementos “superfluos” y, de facto, rompe relaciones con ella por haber visto que el nombre de Zaratustra y el apellido Nietzsche se utilizan unidos en publicaciones de corte antisemita, en las que su cuñado colabora con fervor. Además, cuando Nietzsche se plantea que la publicación de El Anticristo ha de representar un golpe mortal al cristianismo, piensa en dinero judío para sufragar ediciones mastodónticas del libro. La ciencia, el pensamiento, el arte, le deben mucho al pueblo judío, en opinión de Friedrich Nietzsche.
Pero el bloque más estupefaciente lo constituyen, sin duda, sus aseveraciones acerca de sí mismo, que van subiendo de tono ególatra conforme pasan los días y los meses. Nietzsche, cada vez más ensoberbecido por los apoyos de Taine o August Strindberg, decide verse como un gran filósofo (al principio), como el más grande filósofo vivo (después) y como el más grande de la Historia (al final). La escalada posiblemente guarde relación con el deterioro paulatino de sus facultades mentales, y puede consignarse en este breve resumen de citas: “Hasta ahora todavía nadie ha tenido coraje e inteligencia suficientes para descubrirme ante los queridos alemanes: mis problemas son nuevos, mi horizonte psicológico es tan extenso que asusta, mi lenguaje es audaz y claro, quizá no haya libros alemanes más ricos en pensamientos y más independientes que los míos” (carta 963) / “(A los alemanes) les he dado obras de primer orden, gracias a las cuales la posteridad quizá le perdonará a esta época que haya existido: ¿acaso he recibido siquiera una palabra de profunda gratitud o aunque solo fuese una millonésima parte del honor al que tendría derecho?” (carta 979) / “Desde hace diez años he producido obras maestras sin excepción” (carta 987) / “De mi Zaratustra creo, en cierto modo, que es la obra más profunda que existe en lengua alemana, incluso que es la más perfecta lingüísticamente. Pero para comprenderlo se necesitan generaciones enteras” (carta 1050) / “Les he dado a los humanos el libro más profundo que poseen, mi Zaratustra: un libro que distingue de tal manera que quien puede decir “he comprendido seis frases suyas, es decir, las he vivido”, con ello forma parte de un orden superior de mortales” (carta 1064) / “(El Anticristo) El acontecimiento filosófico más grande de todos los tiempos, con el cual la historia de la humanidad se parte por la mitad” (carta 1126) / “Soy la instancia suprema que hay sobre la tierra” (carta 1131) / “Me parece que yo tengo ‘en la mano’ el destino de la humanidad” (carta 1137) / “Yo juego con la carga que podría aplastar a cualquier otro mortal” (carta 1145) / “(Se define a sí mismo) El primer ser humano de todos los milenios” (carta 1147) / “(El Anticristo) En los próximos dos años he de dar los pasos pertinentes para que la obra se traduzca a siete lenguas: la primera edición de cada lengua, aprox. un millón de ejemplares” (carta 1159) / “(Con El Anticristo queda claro) que el viejo Dios ha quedado abolido y que muy pronto yo mismo gobernaré el mundo” (carta 1177).

En las últimas cartas (cortas, delirantes, casi epilépticas), que ya no tienen más valor que la tristeza de ver el modo en que se desintegra una mente, Nietzsche firma como Dioniso o El Crucificado, propone fusilar a los antisemitas y otra porción de disparates que casi se antoja cruel leer: no son sino los desvaríos de una mente quebrada. Pero el viaje hasta llegar a ese punto (las 2810 cartas que la editorial Trotta ha reunido en seis tomos, añadiéndoles 6640 notas eruditas) ha sido impresionante, y espero haber dejado una mínima huella de ello en esta media docena de reseñas sobre las mismas.

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