sábado, 2 de agosto de 2014

Mauthausen, después



Insistir en determinados temas, por enojosa o cruel que pueda resultar esa insistencia, es la garantía de que el olvido no se los trague o los desvirtúe. Y los campos de exterminio nazis (uno de los grandes horrores del siglo XX) es uno de esos temas. Se los ha glosado en películas, series de televisión, artículos y reportajes de prensa, novelas, conferencias y series de fotografías. Pero, por un misterioso magnetismo, siempre parece que quede algo por decir al respecto, siempre brotan ángulos inexplorados, revelaciones nuevas, matices truculentos o anonadantes. La catedrática Mercedes Vilanova, ampliamente reconocida y galardonada, es la responsable de una nueva vuelta de tuerca: las entrevistas a españoles, en su mayor parte de ideología comunista o anarquista, que lograron sobrevivir al campo de Mauthausen. Fueron realizadas oralmente entre mayo y noviembre de 2002 y se condensan en este interesante volumen que publica el sello Cátedra.
Gerhard Botz, autor del prólogo, nos lo condensa bien: «De los 7.200 prisioneros españoles en el campo de concentración nazi de Mauthausen, 5.000 murieron en él y sólo unos 2.200 vivieron lo bastante para ser liberados; únicamente una pequeña parte de ellos vivían aún al empezar el siglo XXI, y de estos 28 fueron entrevistados por Mercedes Vilanova» (p.16). En efecto, son los testimonios de esos veintiocho supervivientes los que sirven para trenzar la base de este tomo. A uno de ellos, el albañil José Egea Pujante, se le identifica en la página 156 como natural de «Arjucel, Murcia» (lapsus ortográfico que no borra su auténtica procedencia, fácil de deducir).
Todos ellos, cada uno con sus matices y con sus particulares recuerdos, vienen a insistir en media docena de ideas centrales: que la supervivencia no se conseguía con heroicidades, sino con astucias (y a veces con mezquindades o traiciones); que cuando se pasa hambre, auténtica hambre, horrorosa hambre, los melindres morales pasan a un segundo término; y que la fortaleza mental era clave para sobrevivir un día más, y luego otro día, y otro... Ningún tema queda fuera de este análisis de la profesora Vilanova: la homosexualidad dentro del campo, la presencia de prostitutas, la crueldad de los SS, las traiciones entre compañeros, los robos de comida... Y todo ello contado por veintiocho personas que estuvieron dentro durante meses o años. Aquí no hablan los analistas, ni los demagogos, ni los políticos de uno y otro signo: hablan los prisioneros; las voces cautivas, torturadas, denigradas, pisoteadas y finalmente emergentes.

Como detalles anecdóticos, muchos descubrirán en este volumen qué fue el Kommando César (un grupo organizado por César Orquín, anarquista de gran astucia que aprendió la lengua alemana, supo granjearse el respeto de sus guardianes nazis y se convirtió en un líder dentro de Mauthausen) o el hecho curioso de que el cineasta Luis García Berlanga fue uno más de los voluntarios que se alistaron en la fascista División Azul (p.117). Y si algún lector quiere completar las revelaciones tristes y brutales de este libro con la visión de bastantes fotografías sobre aquel nauseabundo campo de exterminio sólo tiene que acudir a la obra de Benito Bermejo que se menciona en la bibliografía (Francisco Boix, el fotógrafo de Mauthausen), que está disponible en varias de las bibliotecas públicas de la Región de Murcia. Allí podrá poner rostros y color a las indignidades nazis.

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