viernes, 8 de noviembre de 2013

El paseo de las Delicias



Cada vez que me han preguntado mi opinión sobre la “moda literaria” de la guerra civil española de 1936 he respondido lo mismo: que no creo que se trate de una moda, sino de un tema, un pozo fecundo, rico y variado, del que beben prodigiosos fabulistas, como Alberto Méndez, Antonio Muñoz Molina o Rafael Chirles; y también (pero eso ya no es culpa del tema, sino de sus compositores) auténticos botarates, que lo utilizan como descarga emocional o diarreica, sin mayores asomos de brillantez.
Leo ahora en Alianza Literaria el volumen de relatos de Mercedes Deambrosis que, traducido por Manuel Talens, lleva por título El paseo de las Delicias, una obra compuesta por nueve narraciones de desigual factura. La primera (“El primer muerto”), historia de una chica de condición humilde que es violada por unos señoritos falangistas el primer día de la guerra, parece anunciarnos un volumen ramplón, más pendiente de lo sensiblero o vomitivo que de las notas puramente literarias. Pero después esa sensación se diluye con las posteriores narraciones, donde se eleva el nivel. En “El paseo de las Delicias” asistimos a un análisis muy interesante de la condición humana, cifrado en la figura de una portera que, incapaz de conseguir que el refinado don Luis (pulcro y atildado coleccionista de mariposas) se case con su voluminosa y nada atractiva hija, lo acaba denunciando a las autoridades republicanas para que lo lleven a dar un paseo de los de entonces, trufado de disparos. “A mal tiempo, buena cara” tiene como protagonista a doña Concha Zarzosa y Rey, una mujer altanera, fascista y taimada, que sabrá sobrevivir incluso en las circunstancias más adversas para su ideología y su condición social. “Tú y yo” nos sitúa ante dos personas distintas y enfrentadas: el izquierdista y el cura que envió a la muerte a su hermano (nada diré del diálogo que mantienen, porque su densidad psicológica y su sorpresa final bien merecen ser descubiertas por cada lector de forma individual). “Un matrimonio sin mancha” gira alrededor del matrimonio formado por la ingenua Rosita y el frío y misterioso Virgilio Bofarull, ante el cual todos los vecinos mantienen una actitud temerosa, que terminamos comprendiendo en el párrafo final. “Estoy dispuesta a entenderlo todo” se centra en una purga cruel, con aceite de ricino y golpes, ejecutada sobre unos personajes desvalidos… Luego, el volumen decae en las dos o tres historias finales, que más parecen añadido de relleno que auténtico material de primer orden.

Con un lenguaje que huye de lo alambicado, y con unos retratos tan desoladores como fidedignos, la escritora Mercedes Deambrosis consigue conformar un volumen que merece la pena leer. Olvidarse de las imperfecciones del primer relato y no prestar demasiada atención a los últimos nos permite gozar de los que forman el bloque central que, sin duda, son hermosos y memorables.

1 comentario:

supersalvajuan dijo...

El problema de las modas literarias es que cansan.