miércoles, 23 de octubre de 2013

Poemas tardíos



Si hablamos de Georg Friedrich Philipp Freiherr von Hardenberg es muy probable que la inmensa mayoría de los lectores (incluso de los lectores informados) abran la boca en señal de estupefacción. Pero si añadimos que este poeta fue conocido con el sobrenombre de Novalis la cosa seguramente cambiará para muchos. Autor de vida corta y obra intensa, Novalis ha tenido una presencia constante en la poesía europea durante todo el siglo XX, sobre todo por sus Himnos a la noche. Gracias a Ediciones Linteo disponemos ahora de un volumen delicioso que, traducido y prologado brillantemente por Antonio Pau, reúne sus Poemas tardíos en un magnífico tomo bilingüe, que se vertebra en tres secciones, llenas de belleza y de versos memorables.
La primera se titula "Poemas de Freiberg" y en ella se nos trasladan muchas ideas interesantes: que el poeta es alguien que "prefiere permanecer callado cuando está contento" (p.31); que debemos ser hospitalarios con aquellos seres que, por azares de la vida o la fortuna, deambulan sin rumbo ("Permaneced amables con el extranjero. / Escasas alegrías le están deparadas", p.31); que el núcleo de la sabiduría auténtica se cifra en aquella frase clásica que conviene no olvidar ("Conócete a ti mismo"); o que la poesía, a veces, se convierte en un lugar mágico desde el que emitir ideas nuevas ("Inauditas, potentes / cosas nunca dichas por labios mortales / quiero proclamar", p.55). No falta tampoco en este apartado algún poema más coyuntural y pedestre, como el que dedica al aniversario de la mina Augusta, justamente olvidable.
La segunda sección son los "Poemas del regreso", que contiene textos de amor tan deliciosos como el que lleva por rótulo "A Julia", donde asegura que la muerte no tiene poder bastante para cancelar el vínculo espiritual que une a dos personas auténticamente enamoradas. Igual de contundente se muestra a la hora de analizar ciertos dolores, cuya eternidad penosa se le antoja evidente ("Hay algunas heridas que están doliendo siempre", p.91). Como detalle anecdótico, ahí está la composición "A Tieck", dos de cuyos versos provocan un cierto espeluzno, sobre todo porque recuerdan a una célebre profecía ideada por Adolf Hitler ("Proclamarás el último reino, / que durará mil años", p.67).
Y el tercer bloque son los "Poemas de la novela Heinrich Von Ofterdingen", donde el poeta se queja de que, hablando en nombre de todos y pensando en todos, no recibe agradecimiento alguno por parte de los destinatarios de sus palabras (pp.113-115); y donde, también, asevera que los arrebatos pasionales y su lamentación pueden unirse de forma indisoluble ("Lágrimas de amor, llamas de amor, / juntas fluid", p.167).
En suma, libro para leer con calma, en silencio, preferiblemente de noche, y en el que están contenidos todos los primores de aquel vate romántico y desgraciado, que sufrió de amor y que ha dejado una huella perdurable en la Historia de la Literatura.

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