martes, 15 de junio de 2010

No hay terceras personas




Diez propuestas cuentísticas son las que Empar Moliner nos lanza en este bello tomo, elaborado con la difícil excelencia de la sencillez. Y fíjense bien en lo que estoy diciendo, porque es exactamente lo que quiero decir: la difícil excelencia de la sencillez. Entiendo que esa fórmula que manejo es la exacta traducción de lo que esta maravillosa escritora catalana consigue con sus páginas: dibujar con una desnudez inmejorable una serie de segmentos o de aristas de la realidad. Que no se esperen los lectores un despliegue apabullante de retórica, ni construcciones donde los juegos narrativos enarbolen su arquitectura. Nada hay de eso en este volumen. Lo que sí hay son historias muy bien contadas, donde los personajes femeninos (sobre todo los personajes femeninos) se elevan hasta cotas de acuarela emocional y donde los argumentos quedan en la memoria con su tenuidad de caricia. Así, la chica ignorante y mascachicle de “La sesión de maquillaje”, la actriz desaforada de “La pregunta es: ¿Por qué este cambio de registro?”, la servidumbre espeluznante que flota en las líneas de “Qué chica tan animosa” o, por no agotar los ejemplos, la demoledora historia que cierra el tomo, donde nos encontramos con una mujer que no es feliz con su marido ni con su amante porque, esencialmente, no es feliz consigo misma. Cuando acabé la lectura recuerdo que suspiré, pensando que hacía bastante tiempo que no me encontraba con un libro tan completo, y donde se me revelase una voz narrativa tan solvente y tan notable. Luego, acudí a la página web de la editorial y pude ver y escuchar una interesante entrevista con la autora, que me subyugó por su frescura. Tengo muy claro desde entonces que leeré el siguiente trabajo de Empar Moliner; y no es una sensación que experimente con frecuencia.

1 comentario:

supersalvajuan dijo...

¿Está el mundo para usar con tacto la retórica?