lunes, 18 de mayo de 2009

Los poetas del 27, clásicos y modernos





Enfrentarse a la lectura de un libro del catedrático Francisco Javier Díez de Revenga sobre los poetas del 27 es siempre una tarea que enriquece y que deslumbra. Y lo es por varios motivos. En primer lugar, porque somos conscientes de que estamos leyendo las palabras de quien, según afirmó Santiago Delgado en su libro Apuntes murcianos de literatura, es “el más significado albacea literario de la crítica universitaria acerca de la Generación del 27”; en segundo lugar, porque siempre nos aporta unos enfoques nuevos sobre aquellos escritores, unos detalles en los que no habíamos reparado con anterioridad, un nuevo punto analítico desde el que contemplarlos; y en tercera instancia porque el profesor murciano redacta sus trabajos con sencillez y transparencia (lo cual no es tan frecuente en el mundo farragoso de la exégesis erudita). Ahora, el sello Tres Fronteras Ediciones nos acaba de iluminar con la aparición del tomo Los poetas del 27, clásicos y modernos en su colección de Estudios Críticos. En él, Francisco Javier Díez de Revenga nos regala un paseo impagable por la poesía satírico-moral de Pedro Salinas, por la primera vanguardia de Rafael Alberti, por el creacionismo de Gerardo Diego, por la visión de la ciudad de Nueva York que nos legó Federico García Lorca después de su estancia en tierras norteamericanas, por los poemas paradisíacos de Vicente Aleixandre o por la innovación y la revolución que supusieron los postulados líricos de Dámaso Alonso (amén de aproximaciones a otros poetas menos conocidos por el público general, como Manuel Altolaguirre o Emilio Prados, a los que Díez de Revenga ha dedicado estudios magníficos anteriormente). Pero es que, además de aportarnos un buen número de juicios inteligentes y de reflexiones de hondo calado, el catedrático murciano también desliza algunas anécdotas más “humanas”, como cuando explica en la página 36 que Pedro Salinas detestaba la coca-cola, y “no permitía que fuera bebida en su casa, en Estados Unidos”. Una sonrisa de vez en cuando también contribuye a que obras como ésta recubran de piel a los poetas más célebres de nuestro siglo. Particularmente, me han parecido deliciosos y llenos de apreciaciones de gran valor, el estudio que le dedica a García Lorca y las glosas a los poemas “Los insectos” e “Insomnio”, de Dámaso Alonso. Pero, insisto, todas y cada una de sus páginas encierran sabiduría y la transmiten con elegancia eficaz. Es el mejor elogio que se le puede hacer a un libro de este género. Los profesores de literatura tenemos un nuevo documento crítico al que aproximarnos para aprender o renovar nuestros conocimientos.

4 comentarios:

Leandro dijo...

Dos preguntas: 1ª) ¿Es sólo un libro sobre los poetas del 27, o contiene también poesía del 27?; y 2ª) ¿Cuénta a Miguel Hernández entre los poetas del 27? ¿Le dedica algún espacio? Bueno, vale, en realidad han sido tres preguntas, pero si la contestación a la segunda es no, sólo harán falta dos respuestas.

Rubén Castillo dijo...

Jajajaja. No, en realidad incorpora solamente a Salinas, Guillén, Diego, Aleixandre, Lorca, Dámaso, Prados, Cernuda, Alberti y Altolaguirre. Introduce algunos fragmentos de los poetas, pero no en modo alguno una antología. Es un bloque de diez estudios sobre los escritores.
Un cordial saludo

Sarashina dijo...

Buena crítica, Rubén. Y una herramienta, como dicen ahora, para las explicaciones didácticas en Bachiller. ¿Para cuándo nos vamos a dejar de macanas en Segundo y vamos de verdad a dar literatura? Yo me leería el libro, aparte por algunos a los que releo y quiero mucho -Cernuda, Altolaguirre, Lorca- por tener una buena base de trabajo, pero hace años que decidí que Segundo de Bachiller no me interesaba tal y como estaba planteado, y que no era un verdadero curso sino un pasillo de trucos para la Selectividad.

Rubén Castillo dijo...

Un pasillo de trucos. No he leído jamás una definición mejor de ese bodrio infecto al que llaman, con desparpajo cínico, segundo de bachillerato. Con los cánones que ahora marca la UMU, se trata de que rebajemos el listón (de conocimientos, de ortografía, de todo) y que los alumnos pasen por taquilla. Hay mucho profesorado en la UMU, y no se pueden permitir que baje el negocio. Ya no importa que lleguen los mejores, los que deseen aprender, los preparados, los selectos (intelectualmente). Ni hablar del peluquín: se trata de que aquello parezca el camarote de los hermanos Marx. Lleno de gente que ha tenido que pagar un pastón para que, encima, les den una enseñanza de mierda (porque tienen que seguir en segundo, y en tercero, etc). ¿Cambiará alguna vez el panorama? Dicen que vivimos una enseñanza pendular. A ver si se cumple la profecía y volvemos alguna vez a un bachillerato en condiciones, serio, riguroso, de elegancia intelectual y de rigor formativo. Lo demás son milongas. (Y un brindis lloroso por Mario Benedetti, que hubiera ganado el Cervantes si, como dijo Benjamín Prado en un artículo el otro día, los galardones los diera el pueblo lector)