miércoles, 4 de febrero de 2009

Vida de Manolo



La gran virtud de un biógrafo (la más sabia y hermosa virtud de un biógrafo) consiste en situarse ante su protagonista... y dejarlo hablar. No conducir sus respuestas, no frenar sus digresiones, no limitar su tiempo, no sugerirle ningún tipo de contestación: dejarlo hablar. Así de fácil y así de difícil. En ese sentido, podríamos afirmar que el mejor biógrafo es siempre un auditor; es decir, alguien que escucha lo que el aire tiene que decir y lo que hace con la cometa, cómo la mueve, hacia dónde la conduce. El biógrafo y el entrevistador son observadores, oyentes (o espectadores, para decirlo con la fórmula de Ortega y Gasset). Por eso Fernando Sánchez Dragó es tan penoso entrevistando, y en cambio Joaquín Soler Serrano fue un auténtico e irrepetible maestro.
Josep Pla, aquel genio que nació en Palafrugell, publicó hace ocho décadas un libro biográfico sobre el artista Manuel Hugué que está considerado una de las piezas más exquisitas del género. Y ahora la editorial Libros del Asteroide lo vuelve a publicar (traducido por Jordi Amat) con la finura a la que ya nos tiene acostumbrados este sello barcelonés.
Pla escuchó y Hugué habló. Habló sin cesar y sin cortapisas. Y de esa charla surgió un torrente de palabras, de opiniones, de vivencias, que nos permite acercarnos no sólo a la existencia, sino al alma misma de Manolo Hugué, aquel ser que comenzó siendo «un pinta absoluto» (pág.14), capaz de retratarse como «un hombre triste, de una tristeza que nunca se acaba» (pág.39), manirroto (pág.57) y frecuentador de la bohemia más estílica y disparatada. Pero que fue también un inteligente analista del ser humano, como se puede observar en algunos de sus juicios: «Cuando se encuentra gente interesada en hacer agradable la vida de los demás es que realmente se ha entrado en un país civilizado» (pág.48), «Lo primero que me interesa de un hombre es saber si ha sido probado. Creo que lo más grande que puede hacer un hombre en este mundo es aguantar los golpes de la vida en nombre de una idea abstracta, de un ideal si quieres» (pág.63), «Todo el mundo intenta, para decirlo en una palabra, contar a los demás lo extraordinario que es» (pág.98), «Los intelectuales pueden demostrarlo todo. Esta habilidad les da la posibilidad abyecta de poder demostrar que lo blanco es negro» (pág.121)...
Frases como éstas abundan aquí y allá en Vida de Manolo, y constituyen uno de los alicientes de la obra de Josep Pla. El otro, obviamente, es el estilo; pero sobre él no podemos hablar. Hay que degustarlo, dejar que nos acaricie los ojos y la mente, permitir que nos inunde y sorprenda. Gracias a Libros del Asteroide, puede afirmarse que una de las mejores obras del genial Josep Pla está, por fin, al alcance de todos en una cuidadísima edición.

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